lunes, 11 de agosto de 2008

RAYUELA -JULIO CORTAZAR-

Capítulo 68

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
-You say that I am in love with you
-Voi dite che io sia innamorato di lei
-Вы говорите, что я влюблен в вас
-Vous dites que je suis en amour avec vous
-Sie sagen, dass ich mich in dich verliebt
-Du siger, at jeg er vild med dig

Lo puedo decir en diferentes idiomas, pero el significado no cambia. Cambia que vos lo entiendas diferente, o que no quieras interpretarlo, es algo confuso. Pero el amor se puede decir en muchos idiomas, que siempre significa lo mismo, y el valor del sentimiento nunca cambia.